¿De dónde surge este sentimiento profundo de abandono?
Encuentro en mis consultas (y en mi) una constante y es el miedo a ser abandonados. Lo veo cuando la persona hace todo lo posible para que el otro no se vaya, limita sus espacios, insiste al otro de manera ansiosa, se pierden de sí mismos para encontrar cualquier forma para que esel otro se quede, se piensan que no pueden vivir sin esas personas, que todo se acaba, que nada de lo que han construido tiene un sentido si el otro no está, no soy buena y no soy merecedora si el otro no me elije a mi. Esto es probablemente de las cosas que yo encuentro más duras de trabajar, sentir un miedo que te lleva a pasar por encima de ti, un miedo que no te hace justicia, un miedo que no te permite ver quien realmente eres, un miedo que fácilmente te lleva al autoengaño y autosaboteo.
El miedo a ser abandonados no surge de la nada, no surge porque somos tontos o porque hemos decidido sentirnos así… ¡PARA NADA! Esto comienza desde el nacimiento, incluso desde que estamos en la barriga de nuestras madres.
Nuestra primera infancia
Para responder esta pregunta tenemos que volver al principio de la vida, nuestra primera infancia. John Bowlby (psicoanalista inglés, dedicado al desarrollo infantil) nos demuestra claramente que cuando somos niños tenemos una necesidad de establecer una relación cercana y continuada con un cuidador (que generalmente es nuestra madre y/o padre) para así podernos desarrollar emocionalmente. El vínculo de apego es el proceso en el que nos desarrollamos y obtenemos las capacidades emocionales que son necesarias para relacionarnos de manera sana con aquellas figuras que son significativas para nosotros. Esta forma en la que hemos aprendido a relacionarnos la veremos reflejada con nuestros amigos más cercanos y sobretodo con nuestra pareja, vemos nuestra capacidad de identificar nuestras emociones y cómo gestionarlas.
Cuando estamos bebés nuestro cuidador primario se ha relacionado con nosotros de manera atenta, intentando reconocer nuestras necesidades físicas y emocionales y así mismo satisfacerlas y calmarnos. Entonces cuando somos bebés nuestra comunicación se limita al llanto: tengo hambre – lloro, tengo el pañal sucio – lloro, tengo frío – lloro, tengo miedo – lloro, si mi figura principal de cuidado está atenta y puede responder a mis necesidades la encontraré predecible, sabré que estará ahí para sostenerme. OJO, obviamente esto no lo piensa un bebé, no hay aún un desarrollo de pensamiento y racionalidad, todo esto es instintivo y las emociones las vamos desarrollando mucho antes, tenemos una memoria emocional, nuestro cerebro aprende. A medida que vamos creciendo y que nuestra madre o padre han respondido constantemente a mis necesidades y que tras mi llanto hay una proximidad física, podré ir entendiendo que siempre estaré seguro, incluso cuando mi madre ha escuchado mi llanto y responde desde la cocina que ya viene. Iré soportando mi malestar y recuperando mi equilibrio porque, como siempre, he tenido el apoyo y el sostén que he necesitado. Mi cerebro ha aprendido que seré calmado y esa sensación se quedará conmigo para siempre.
La realidad de los padres
Hace tiempo atrás los padres no tenían esta información, y han hecho lo que podían, relacionandose también desde su estilo de apego y de cómo vieron a sus padres hacerlo. Otras personas han vivido violencia en su infancia, padres muy ausentes, por lo que su cerebro no habrá aprendido a encontrar esa calma, por ende el cerebro adulto no se siente en calma y en confianza cuando establece por ejemplo una relación tan cercana e íntima como lo hace con su pareja. Mejor dicho, necesitamos un buen trato, amor y comprensión para desarrollar buenas capacidades emocionales.
Tipos o estilos de apego
Encuentro importante entonces describir los tipos o estilos de apego que se han estudiado y cómo se refleja desde niño hasta la adultez. Y ¿por qué? Porque es imprescindible conocernos y aceptarnos, para hacernos responsables de nuestro desarrollo personal y para responder esta gran pregunta, que la encontraremos en estos estilos de apego.
A través de los años John Bowlby, Mary Ainsworth, Mary Main y Solomon fueron hablando sobre la importancia del vínculo y describiendo los estilos: el estilo de apego seguro y el estilo de apego inseguro. En el primero, vemos que los cuidadores tienen la capacidad de percibir y conectar con ese bebé, lo comprenden, saben cuáles son sus necesidades, ayudan a satisfacerlas de manera consciente y respetuosa, sin ser invasivos pero tampoco completamente despreocupados. Son madres que responden de manera afectuosa y amorosa. Esto hará que el bebé sienta seguridad a la hora de explorar el mundo, claro que vivirán momentos de mal estar pero encontrar su equilibrio, encontrarán el consuelo en su madre y encontrarán la forma de consolarse así mismos. Cuando se sientan irritados y con miedo buscarán a su madre y encontrarán regularse de manera positiva. Cuando estos niños van creciendo y se van haciendo adultos se sienten principalmente seguros y agusto en sus relaciones interpersonales más cercanas, entenderán y gestionarán de una forma más asertiva aquellas relaciones que no son positivas o que no traen bienestar a su vida. Estas personas encuentran sus propias formas para explorarse, para aprender, sus formas en las que pueden ser fieles a sí mismos, se sienten cómodos compartiendo lo que sienten y piensan con figuras de confianza, tienden a tener una alta autoestima, son personas más conscientes de sus emociones y no dudan en pedir ayuda cuando lo requieren.
El segundo, el apego inseguro se caracteriza por tres subtipos: el apego evitativo, desorganizado y el ansioso-ambivalente.
En el apego evitativo, las figuras principales suelen ser muy rígidas, rechazan a su bebé, son hostiles, atienden minimamente las necesidades del bebé, el contacto les molesta, exigen comportamientos difíciles. Abandonan las necesidades del bebé, sobre todo aquellas emocionales. Consideran que el bebé les complica la vida, que son manipuladores y sienten que el bebé quiere aprovecharse. Estos niños entonces evitan su contacto, han entendido que sus necesidades no son satisfechas ahí, conocen realmente el rechazo y puede ser más fácil encontrar seguridad fuera de estas relaciones.
En el apego ansioso-ambivalente, las figuras de apego no son consistentes, responden a sus necesidades de acuerdo a su estado de ánimo, cosas que el bebé no puede identificar. Es una figura que en ocasiones se muestra sensible y otras insensible. Una figura que a veces está y a veces no está (esto puede pasar literalmente, por ejemplo algunos padres que debían ausentarse porque tenían mucho trabajo y dejan a los bebés con una niñera, canguro, familiar) entonces es completamente impredecible para ese bebé, es inconstante, es AMBIVALENTE y genera gran ANSIEDAD en el bebé, tanto así que explorar el mundo puede ser una tarea difícil.
Por último el apego desorganizado, los padres o cuidadores se han relacionado desde las experiencias traumáticas que han vivido desde pequeños, desde duelos y pérdidas no elaboradas. Pueden ser padres violentos, totalmente insensibles generando en el niño confusión, miedo y muchísima angustia. Viven desde pequeños un verdadero terror, esa persona que está la mayor parte del tiempo es hostil y como un bebé es imposible escapar. Este niño termina rechazando, algunos adoptando las mismas conductas violentas recibidas. Es muy difícil disminuir la ansiedad y sentirse seguro. Estos niños cuando viven un malestar, en vez de ser protegidos y consolados reciben respuestas que generan un mayor malestar, registrando en su memoria sensorial todo el terror y toda la angustia, como un trauma, no es algo que puede comprender ni verbalizar.
En esta forma en como nos relacionamos comenzaremos a construir representaciones de nosotros mismos y de los demás, esto es “Internal Working Models” o como ha sido traducido “modelos operantes internos”, influyendo en los pensamientos, emociones y conducta, también en la atención y la memoria que moldearán o crearán relaciones más complejas en nuestra etapa adulta. Estos modelos están al mando de los miedos y los deseos que tenemos, operan de manera inconsciente, pero por suerte, son construcciones que podemos reestructurar en un trabajo continuo en el que prime la responsabilidad (habilidad de responder y hacernos cargo de lo que si es nuestro) y la atención (el estar conscientes).
Entendiendo toda esta teoría es más “fácil” identificar de dónde surge este sentimiento profundo de abandono y eliminar el juicio de que es una mentira y una exageración. Podría entonces estar explicado por un tipo de apego inseguro, especialmente el ansioso ambivalente que puede verse específicamente así:
-Ona vive con su pareja hace varios años, han construido muchísimo juntos. Un día la pareja de Ona tiene una reunión con sus amigos, van a salir de fiesta pero Ona quería quedarse con su pareja, quería que fueran mejor al cine. Ona le grita a su pareja, llora, le dice que no la quiere lo suficiente, que ya habían planeado ese día para estar juntos. Finalmente la pareja de Ona cancela la noche con sus amigos y se va al cine con Ona, pero ella sigue disgustada, hace reclamos toda la noche y no logra disfrutar el momento con su pareja.
Las personas que desarrollan este tipo de apego pueden observar de manera repetitiva comportamientos disfuncionales y no adaptativos, que muy seguramente les sirvieron para “sobrevivir” en la infancia, les permitieron sentirse de cierta forma más seguros, pero hoy ya no son útiles para llevar una relación sana y agradable con la pareja, y tampoco con sí mismos, porque relacionarse desde el miedo no es habitar la esencia, se actúa desde el ego y es completamente injusto.
“Perder lo que más quieres”
¡Y si! Es muy difícil este trabajo interno, sobre todo si no se ha mentalizado. Puede llevar a esa persona a “perder lo que más quiere”, incluso buscan parejas que no están para ellos reiterando que serán abandonados en un momento y no se sienten a gusto con aquella que si está ahí para ellos. Tanto así que autosabotean la relación, tienden a una crítica negativa que aleja al otro. Temen que sus parejas no les ame o les desee. Recuerdan generalmente las cualidades del otro y olvidan convenientemente los defectos. Su ansiedad solo cesa en el contacto con la pareja. Piensan que no podrán enamorarse de nadie más, aún cuando ya no son felices en la relación. A veces su presencia les comienza a molestar y les genera rabia. También muestran una baja auto estima, hay inseguridad, se miden por cómo le tratan y le perciben los demás. Son adultos hipersensibles ante las emociones desagradables y suelen intensificar sus expresiones de angustia. Son propensas a experimentar con mayor intensidad el deseo por el otro, casi de forma obsesiva, una atracción sexual desbordada y celos.
Cómo se puede trabajar el apego inseguro
Para terminar, quisiera compartir algunas ideas de cómo se puede trabajar en este estilo de apego inseguro, porque no estás solx, somos muchxs lxs que nos identificamos de alguna forma con este estilo, somos muchxs los que vivimos este miedo y aún estamos aprendiendo a gestionarlo. Si te ves identificadx con algo que hemos mencionado, si te pasa que te pierdes en tu pareja, que adoptas comportamientos autodestructivos e injustos contigo mismx por el miedo, busca ayuda…como ya mencioné un estilo de apego seguro se caracteriza por aquel que reconoce y pide ayuda, date la oportunidad de confiar en ti y en tu proceso. Acude a un psicólogo (mi consulta, está abierta), aquí aprenderás estrategias para interactuar con los demás de una forma que puedas comenzar a sentir mayor seguridad…vivir la vida más consciente es indispensable para conocer tus necesidades y encontrar tu propia forma de atenderlas sin que dependas del otro. Esto también te permitirá ir comprendiendo que la ausencia física de una persona no significa que no va a volver, lo que puede llevar un tiempo. Es posible que en terapia encuentres recursos que tienes y que ahora pueden ser útiles o incorporar algunos nuevos y te permita ser menos dependiente emocionalmente de un otro y te sientas segura y atrevida de explorar el mundo.
Espero encuentres esta información valiosa, para trabajar en ti, para trabajar con tus hijos o futuros hijos…Recuerda que donde hay lucha por poder, ataduras, privación de libertad y castigo, no hay amor.