¿Por qué los niños hacen Bullying?
Generalmente cuando hablamos del Bullying, nos quedamos en una sola cara de la moneda. En ese niño que infortunadamente ha sido la victima…el niño que sufre cada día acoso escolar por otro o por varios chicos. Tanto así que hemos escuchado historias donde niños han llegado a quitarse la vida por el sufrimiento que esto les genera. Pero también tenemos otro lado de la moneda ese niño victimario, el niño “malo” que acosa.
Quiero hoy, en el día Internacional contra el Bullying, centrarme en este niño que ha podido generar dolor físico y emocional en otros, pero que posiblemente este también lo ha vivido y no ha sabido como gestionar todo lo que siente. Primero, quisiera entrar a aclarar que los niños que han aprendido a relacionarse de esta manera NO son niños malos.
¡Por favor, saquémonos eso de la cabeza! Muchos niños hacen y dicen cosas que no necesariamente reflejan lo que son. Es necesario entender que la mente de un niño no es adulta y así como nosotros los adultos, están resolviendo cosas y cometen errores.
Existen diversas razones por las que un niño puede hacer bullying:
- El niño necesita atención, lo busca en los padres, profesores, compañeros y no sabe cómo pedirla de una manera asertiva.
- El niño quiere encajar en un grupo, quiere ser parte de algo y lo ha visto en los otros miembros de ese grupo.
- El niño puede ser también victima del bullying, en el colegio e incluso en su propia casa y está tratando de ganar algún sentido de poder actuando de manera agresiva.
- Algunos niños pueden ser más impulsivos, puede ser más difícil gestionar sus emociones y su conducta.
- Algunos niños pueden tender a percibir que los comportamientos de los otros son hostiles, aún cuando no lo son.
- La inteligencia emocional se está desarrollando y no todos tienen la misma educación emocional en casa y en el colegio, están entendiendo cómo su comportamiento tiene consecuencias emocionales y físicas para la otra persona.
¿Qué debo hacer si mi hijo hace Bullying?
Lo primero y más importante es hablar, comprender de dónde viene su comportamiento, entender al niño desde su realidad (OJO CON ESTO) e intentar guiarlo de la mejor manera para incorporar recursos sanos a la hora de relacionarse con otros. También es importante trabajar el problema que ha llevado al niño a comportarse de esta forma…recordemos que lo que vemos no es el problema, solo es un síntoma de él.
Se debe ser muy directo en este primer paso, ser claros y mostrar una disposición que le permita ver que puede ser comprendido y validado en su emoción: por ejemplo “la directora del colegio me ha llamado y me ha dicho que has estado involucrado en acoso escolar/Bullying, que has hecho sentir triste, con rabia y miedo a un compañero. Esto es algo que me preocupa y me gustaría que me explicaras qué pasó”. Es verdad que para algunos niños expresar sus emociones y narrar los hechos puede ser difícil. Si esto sucede, si no logras comprender que está pasando, no dudes en buscar ayuda con un psicólogo infantil.
Una vez el niño ha explicado lo que ha pasado, ayúdalo a comprender por qué él se ha podido sentir de una forma en la que ha tenido que reaccionar de tal manera, también ayúdale a ver por qué ese otro niño se ha podido sentir mal. Aquí es importante dar herramientas para resolver el problema de otra forma, ayudarle a darle otra perspectiva de lo que ha pasado. Incluso de una manera en la que el niño pueda ponerse en los zapatos del otro, por ejemplo: “¿Alguna vez te has sentido agredido o excluido por alguien o por un grupo?” “De esa misma forma se ha podido sentir tu compañero”.
Para todo este proceso es sumamente necesario que los cuidadores hagan un ejercicio introspectivo, en el que se cuestionen cómo su comportamiento ha podido afectar o influir en el niño que hoy se ve inmerso en un caso que puede ser confuso para el y que lo ha llevado a ser estigmatizado por su comportamiento. Este paso es imprescindible y no para quedarse en la culpa, pero justamente para reconocer, aceptar y modificar lo que sea necesario, con el objetivo de brindar un ejemplo más asertivo al niño y hacer de nuestro hogar un espacio mucho más positivo. Muchas veces no somos conscientes de cómo el bullying existe en nuestra casa, de pronto hacemos comentarios a nuestra pareja burlandonos de algo que “para nosotros los adultos no tiene importancia” pero que el niño aprende.
Ahora bien, las consecuencias o “castigos” pueden ser útiles, pero sólo si tienen un verdadero sentido. Es decir, si el niño está haciendo bullying y se le quita el ipad, ¿se estará realmente plantando una consciencia, entenderá cuál fue el problema? Ojalá además de quitar algo le podamos dar algo y es la capacidad de reconocer el error, encaminarlo y ayudarle a pedir una disculpa, a través de una carta por ejemplo. Dedicar un tiempo para que el niño descubra su manera para reparar la situación, reconocer, aceptar y ojalá en un futuro modificar.
Ojalá además de quitar algo le podamos dar algo y es la capacidad de reconocer el error, encaminarlo y ayudarle a pedir una disculpa.
Recuerda que una vez esto pasa, puede volver a suceder, por eso es importante que los profesores o las personas que cuidan del niño se enteren de esta situación para así estar atentos, y no solo de lo que puede hacer mal, pero sobretodo de aquellos momentos en donde es un buen amigo, un buen compañero. Mantente al tanto de lo que hace y pregúntaselo directamente, mantenerte conectado con el niño y brindar un espacio que se caracterice por la validación y la comprensión es la clave para llevar este proceso y ayudar al niño en este proceso de conocerse y aceptarse.
REPITE CONMIGO:
LOS NIÑOS NO SON MALOS, LOS NIÑOS NO SON MALOS, LOS NIÑOS NO SON MALOSn